Nunca me había sentido tan tonto. Me sentía mal por Lili también, conocer a un gran idiota como yo nunca había sido bueno para nadie.
Me di cuenta que en ese momento, había actuado como lo que me dijo Lili: un idiota, un estúpido.
Peor aún, todos iban a saber lo que al parecer sentía por ella, mi reacción había sido demasiado obvia: Lili se iba a enterar, se iba a poner indiferente y ya no me iba a hablar. Ya no iba a poder caminar con ella bajo la lluvia, ya no iba a poder ver las estrellas con ella, ya no iba a poder coger su mano...
¿Qué iba a ser? No lo sabía...al parecer ahí iba a terminar mi "historia" con Lili. A pesar de que no gritó, pude ver su enfado en sus ojos, esos ojos que siempre me vieron con alegría, me miraron con odio.
Decidí esperar un tiempo, que se le baje el enojo y que tal vez entendiera el porqué de mi reacción: quería que entendiera que estaba enojado por otra cosa y que me descargué con ella sin querer. Tal vez de esa manera me iba a poder perdonar.
Quería dejar de ir al colegio, no podía aguantar la vergüenza: todos me miraban. Todos menos Lili, ella era la única que no me miraba...y de ella era la única que quería la mirada. Estaba desolado.
Cada vez que prendía la radio, las canciones eran las exactas para hacerme sentir peor.
Traté de seguir como si nada, pero no podía, la mirada siempre se me desviaba hacia donde Lili se sentaba, y espera para ver si es que volteaba, pero nunca sucedida.
Nuestro tutor hizo un cambio de sitio ya que todos los profesores se quejaban de nuestro desorden, y me tocó sentarme con una chica llamada Claudia. Lili se sentaba a cuatro asientos del mío.
Pasaban los días, y todo volvía a la normalidad. Me hice buen amigo de Claudia, siempre me tenía escuchándola sobre alguna de sus cosas, y poco a poco me di cuenta que era una buena persona, un poco irresponsable, pero buena persona. Unas dos semanas después me preguntó sobre Lili, le negué todo sobre mis sentimientos hacia ella, pero me dijo que una vez escuchó que Lili se sentía triste porque había dejado de ser mi amiga. No le creí pero tampoco no le creí...lo deje en algo posible.
Nuestra aula de clase tiene una columna de soporto en la parte de atrás, al frente de la pizarra. Un día, al sonar el timbre del recreo, decidí cortar camino por detrás de la columna, pero no me percaté que Lili estaba haciendo lo mismo en sentido contrario. Nuestras miradas se cruzaron un segundo pero ella bajó la suya rápidamente. Como acto reflejo, decidí ir por delante de la columna pero Lili pensó lo mismo. Nos encontramos de nuevo y esta vez estuvimos más cerca de chocarnos. Yo me quedé unos segundos ahí, estático sin saber qué hacer. Ella, en cambio, ágil y velozmente pasó por detrás de la columna. Yo seguí mi camino mientras pensaba, sin atreverme a voltear atrás, qué pensaría Lili de la situación en que estuvimos hace tan solo unos instantes.
Esa tarde, volví a mi casa todavía sorprendido por el incidente de la columna. Me tiré a mi cama y me tapé la cabeza con la almohada.
Luego de unos instantes, una sonrisa que nadie vio se dibujó en mi rostro. Por fin había decidido algo: iba a conquistar a Lili, no iba a dejar que se aleje de mí, porque aunque lo negara a diestra y siniestra, me gustaba Lili.
jueves, 30 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
ohhhhh. me encanta esta historia.
hey, gracias por todo. y me encantaria que te conectaras el jueves, no quiero estar sola =(
Publicar un comentario