miércoles, 16 de julio de 2008

Capitulo Cinco: II

Nunca creí que iba a tener que correr como loco para llegar temprano al colegio. Si hubiera sido un día cualquiera no me hubiera importado llegar tarde, pero ese día tenía una presentación a primera hora, así que preferí llegar sin aliento que tarde.

Ese mismo día, cuando volvimos del primer descanso vi que había una multitud mirando una pared. Nunca me gustó estar de curioso y menos junto a una muchedumbre de gente que apenas conocía (a pesar de que ya habían transcurrido 5 meses). Decidí sentarme y luego, cuando estuviera libre lo que sea que estuvieran mirando, lo miraría yo, con tranquilidad.

Me levanté para hacer un ejercicio de matemática en la pizarra por orden del profesor. Cuando terminé di unos pasos más allá para ver lo que había causado tanto desorden hace unas horas. Retrasé unos segundos mi objetivo porque me agaché a recoger un lapicero que vi en el piso. Cuando levanté la mirada vi el título: “26 DE JULIO, BAILE DE INVIERNO”.

Un baile de invierno… ¿Y? …¿tanto problema por un baile?

 

Me sentí un extraterrestre las horas restantes del día. Para todos, todo era ese baile. Una de las ventajas de no hablar, es que tienes más tiempo y más capacidad para escuchar. Me enteré que el baile era solo para los estudiantes de los dos últimos cursos, y por ello había tanta emoción…iba a ser el primer baile para todos en mi salón de clases, excepto para mí. Apenas leí ese cartel decidí no ir. No me gustaba bailar, tampoco sabía hacerlo, y no gustaba estar en un lugar con la música tan alta, con luces de colores y cuando se hacía más tarde, con personas mareadas…

 

En los días siguientes, escuché repetidamente la queja de que el baile había sido anunciado con muy poca antelación. Una semana antes del baile, cuando hablaba con Lili, me enteré que ella sí iba a ir al baile y que gracias a una amiga había conseguido una pareja. Me dijo que se había sacado un peso de encima

- ¿Y por qué no puedes ir sola? – pregunté honestamente

- ¡Ay! Santiago – me dijo Lili mientras me decía con la mirada que era un tonto – a un baile no se puede ir sola…si no con quién bailas

Me di cuenta de lo tonta que había sido mi pregunta, por lo que una sonrisa se formó en mi labios.

Seguí hablando con Lili (bah…yo solo escuchaba) sobre su pareja del baile. Era un primo de una amiga que venía de vacaciones de España. Según lo que le habían dicho, era fácil de llevarse por lo que no se tenía que preocupar por su personalidad.

Mientras hablaba con Lili, tan solo por un momento, sentí ganas de ir a ese baile. Pero no por el baile en sí, sino por Lili.

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