Empecé a envidiar a los chicos más extrovertidos. Siempre había escuchado historias de mis amigos que conocieron a una chica en fiesta y en menos de una noche ya estaba juntos.
¿Lili? Seguía siendo mi amiga, y una muy buena. No hablamos de lo que pasó en el hospital y evité preguntarle cómo seguía de salud por miedo de que recordara la situación que pasamos.
Mi duda seguía planteada. ¿Valía la pena arriesgarse?
Me sentía culpable. Desde el momento en que descubrí que estaba enamorado de Lili creí haber malogrado nuestra amistad. Me gustaba estar cerca de ella ya no tanto porque era ella, sino por mí. Es decir, talvez si la hacía reír una vez más sería suficiente para que sus sentimientos por mí se profundizaran…una vez más.
-Oye Santiago – me llamó Lili por teléfono un día que faltó. No sabía cómo había conseguido mi teléfono pero decidí no preguntarle para evitar que no vaya a pensar que no me agradaba que me llamara. Porque no era así, me encantó escuchar su voz cuando levanté el auricular ese día.
-¡Hola, qué tal! – le respondí – ¿estás bien? ¿Por qué faltaste hoy?
-No pasó nada – me tranquilizó – falté porque me quedé dormida. Me olvidé de programar mi alarma.
En mi mente, imaginé la sonrisa que Lili me regalaría si estuviéramos frente. Soñé con esa sonrisa que me hacía sentir feliz, pero que luego me empezó a hacer sentir mal porque sabía que tenía que evitar mirarla y producirla. Tenía que evitar enamorarme aún más. Tenía que evitarla a ella…tenía que evitar a Lili.
-Hola Santiago – escuché detrás de mí.
Sabía quién era, por lo que seguí caminando simulando no haber escuchado nada. Lili logró alcanzarme y entabló una conversación conmigo, que solo respondía con monosílabos.
-Santiago, estás enojado o algo – me preguntó Lili.
-No, ¿por qué lo dices? – pregunté con el ánimo de saber qué era lo que tenía que dejar de hacer para que Lili no supiera que me pasaba algo.
-No sé – me dijo con una mirada perdida – estás diferente.
-No te preocupes, es solo que dormí mal ayer – le mentí
-Que bueno – respondió Lili levantando la mirada de nuevo – pero no, es decir, no quise decir “que bueno” respecto a que hayas dormido mal…no le deseo a nadie que duerma mal porque es horrible. Hace unas semanas, yo dormí mal y me desperté con un terrible dolor en el cuello que me estuvo molestando todo el día y luego…
Lili siguió hablando hasta que llegamos al salón. Ese día aprendí a asentir y a producir sonidos de aprobación en el momento preciso para hacer creer a tu interlocutor que le estás prestando atención. Tuve que hacerlo porque no quería saber nada más de Lili, tenía que olvidarla antes de que fuera más difícil.
Aunque jamás lo quise aceptar, me gustaba que Lili se preocupara por mí. Me gustaba que me preguntara si estaba enojado con ella porque por ese momento, me hacía creer de nuevo que una parte de ella estaba enamorada de mí.
Ese día, sin embargo, decidí que iba a callar. No me iba a alejar de ella y no la iba a evitar. Iba a seguir actuando como si nada hubiera cambiado pues había decidido que mis sentimientos hacia Lili iban a ser un secreto.
martes, 24 de junio de 2008
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